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En la antigüedad,
los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que
representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La
palabra “rosario” significa
"corona de rosas".
La Iglesia
recomendó rezar el rosario, el cual consistía en recitar los 150 salmos de
David, pues era considerada una oración sumamente agradable a Dios y fuente de
innumerables gracias para aquellos que la rezaran. Sin embargo, esta
recomendación sólo la seguían las personas cultas y letradas, pero no la
mayoría de los cristianos. Por esto, la Iglesia sugirió que aquellos que no
supieran leer, suplantaran los 150 salmos por 150 Avemarías, divididas en
quince decenas. A este “rosario corto” se le llamó “el
salterio de la Virgen”.
A finales del siglo
XII, Santo Domingo de Guzmán sufría al ver que la gravedad de los pecados de la
gente estaba impidiendo la conversión de los albigenses y decidió ir al bosque
a rezar. Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo penitencia y
flagelándose hasta perder el sentido. En este momento, se le apareció la Virgen
con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras
no era la flagelación, sino el rezo de su salterio.
En otra ocasión,
Santo Domingo tenía que dar un sermón en la Iglesia de Notre Dame en París con
motivo de la fiesta de San Juan y, antes de hacerlo, rezó el Rosario. La Virgen
se le apareció y le dijo que su sermón estaba bien, pero que mejor lo cambiara
y le entregó un libro con imágenes, en el cual le explicaba lo mucho que
gustaba a Dios el rosario de Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta
veces el momento en que la humanidad, representada por María, había aceptado a
su Hijo como Salvador.
Santo Domingo
cambió su homilía y habló de la devoción del Rosario y la gente comenzó a
rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos hábitos.
Santo Domingo murió
en 1221, después de una vida en la que se dedicó a predicar y hacer popular la
devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases sociales para el
sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y
prosperidad de la Santa Madre de la Iglesia.
El rezo del Rosario
mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de Santo Domingo y empezó
a ser olvidado.
En 1349, hubo en
Europa una terrible epidemia de peste a la que se le llamó ¨la muerte negra, en la que murieron muchísimas
personas.
Fue entonces cuando
el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma provincia de
Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo una aparición, en la
cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la antigua
costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó esta labor de
propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460. Ellos le dieron la
forma que tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A partir de
entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia.
¿Cuándo se instituyó formalmente esta fiesta?
El 7 de octubre de
1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto, en la cual los cristianos
vencieron a los turcos. Los cristianos sabían que si perdían esta batalla, su
religión podía peligrar y por esta razón confiaron en la ayuda de Dios a través
de la intercesión de la Santísima Virgen. El Papa San Pío V pidió a los
cristianos rezar el rosario por la flota. En Roma estaba el Papa despachando
asuntos cuando de repente se levantó y anunció que la flota cristiana había
sido victoriosa. Ordena el toque de campanas y una procesión. Días más tarde
llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano.
Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de
octubre.
Un año más tarde,
Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del
Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de Octubre (día en que
se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7
de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.
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