Si se afirma que Cristo recibió el Espíritu Santo, hay que entenderlo en cuanto hombre y porque convenía así a la humanidad. Sin duda, él es el Hijo de Dios Padre, engendrado de su misma sustancia antes de la encarnación y antes de todos los tiempos. No obstante, no experimentó ninguna tristeza al oír la voz del Padre: "Tú eres mi hijo, yo te engendrado hoy."
Aquel que es Dios, engendrado antes de todos los siglos, es engendrado hoy, como lo dice el Padre. Esto significa que el Padre nos acoge en él como hijos adoptivos, porque toda la humanidad se encuentra asumida en Cristo hombre. En este sentido se puede afirmar que el Padre, aunque su Hijo ya poseía el Espíritu Santo, se lo da de nuevo para que nosotros pudiéramos participar de este Espíritu, gracias al Hijo. Cristo no recibió el Espíritu para su propio provecho, sino para provecho nuestro que estamos incorporados a él. Es por gracia de Cristo que nos vienen todos los bienes.
Aquel que es Dios, engendrado antes de todos los siglos, es engendrado hoy, como lo dice el Padre. Esto significa que el Padre nos acoge en él como hijos adoptivos, porque toda la humanidad se encuentra asumida en Cristo hombre. En este sentido se puede afirmar que el Padre, aunque su Hijo ya poseía el Espíritu Santo, se lo da de nuevo para que nosotros pudiéramos participar de este Espíritu, gracias al Hijo. Cristo no recibió el Espíritu para su propio provecho, sino para provecho nuestro que estamos incorporados a él. Es por gracia de Cristo que nos vienen todos los bienes.
(San Cirilo de Alejandría 380-444, obispo y doctor de la Iglesia)
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