ARQUIDIÓCESIS DE MÉRIDA EXHORTACIÓN PASTORAL
(Domingo 03/07/2016)
“No a la inequidad que genera violencia” (Papa
Francisco) Con inmenso dolor quiero compartir con toda la comunidad
merideña que hoy domingo participa en la Eucaristía, unas reflexiones ante los
bochornosos acontecimientos del viernes pasado en la ciudad de Mérida.
De nuevo, un grupo de colectivos
generó durante varias horas, actos de violencia, agrediendo a las personas que
transitaban por la Avenida Don Tulio y las inmediaciones a las instalaciones
universitarias. Trancaron la vía, quemaron cauchos y troncos, asaltaron y le
quitaron sus pertenencias a los que pasaban, quemaron vehículos, saquearon
comercios, en fin, realizaron a sus anchas actos vandálicos de toda índole.
Cuatro menores de edad, estudiantes de bachillerato en el Seminario
Menor San Buenaventura de Mérida, se dirigían a clases de inglés en el CEVAM, cuando
fueron interceptados por unos desadaptados quienes los interpelaron “si eran
chavistas o de la oposición”; a lo que estos jóvenes asustados respondieron
“somos seminaristas”, desatándose con mayor ímpetu las iras, golpeándolos,
desnudándolos, quemando sus ropas y amenazando a uno de ellos con rociarle
gasolina y quemarlo vivo. Hasta aquí, escuetamente, parte de los hechos.
Ante ello, nos preguntamos: ¿Cómo
es posible que durante horas estas hordas generen un caos sin que intervengan
los órganos de seguridad del Estado? No es la primera vez que sucede esto en
nuestra ciudad. No es descabellado pensar que obran así porque tienen la
anuencia de quienes tienen como primera obligación resguardar la vida y los
bienes de los habitantes.
Quiero resaltar el hecho de que
haberse identificado como seminaristas, desató una conducta más agresiva e
irracional. Estamos ante comportamientos fascistas y comunistas, que irrespetan
los valores espirituales, lo cual es inaceptable desde cualquier punto de
visto. La forma como actuaron indica a todas luces que es gente entrenada, tipo
comando, para realizar con destreza este tipo de acciones. ¿No indica esto que
estamos ante una conducta amoral que no puede ser permitida ni por la sociedad
ni por sus autoridades que están puestas para defender los valores de la misma?
Es un pecado que clama al cielo. “Este tipo de actos, no perjudica sólo
a la Iglesia, como nos lo recuerda el Papa Francisco, sino a la vida social en
general. Reconozcamos que una cultura, en la cual cada uno quiere ser el
portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los ciudadanos
deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y deseos
personales” (Evangelii Gaudium 61). Como creyentes estamos llamados a
ser constructores de paz y esperanza.
No hay lugar para el desánimo o
la desesperación; al contrario, es una oportunidad de oro para la creatividad,
el noble ejercicio de una ciudadanía que no se deja robar sus valores más
queridos.
En la segunda lectura de hoy, el
apóstol Pablo nos invita a vivir en libertad, a no someternos de nuevo al yugo
de la esclavitud. “Nuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se
aproveche el egoísmo; al contrario, seamos esclavos unos de otros por amor”.
Por eso, la invitación a redoblar la oración, a buscar con insistencia los
caminos que nos conduzcan a superar la terrible crisis que vive el país. A
hacerlo con racionalidad y respeto, pero con valentía y coraje, que nace del
amor que Jesucristo nos da.
Como bálsamo refrescante dejo
constancia de los centenares de mensajes recibidos de nuestra feligresía, de la
ciudad, del país y del extranjero, expresando su pesar y ofreciendo la
solidaridad que nace del amor fraterno y de la necesidad de superar la maldad.
Sacerdotes, religiosas, instituciones
eclesiales y civiles, obispos y personas de la más diversa índole, condenan de
forma contundente estos abominables episodios. Nos duele constatar no haber
recibido ni una palabra de parte de las autoridades oficiales. Es un silencio
que cuesta asimilar.
Que el Señor Jesús y María
Santísima nos haga reflexionar, superar la indignación y buscar conjuntamente
la paz y la convivencia fraterna de la que está necesitada nuestra patria.
Con nuestra bendición, pidiéndoles que oremos los unos por los otros, y
sobre todo, por nuestra juventud, merecedora de un mejor presente y futuro.
+ Baltazar Enrique Porras
Cardozo + Alfredo Enrique Torres Rondón
Arzobispo Metropolitano de Mérida Obispo Auxiliar de Mérida
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