VENEZUELA LA REPÚBLICA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO 117 ANIV. DE SU CONSAGRACIÓN

 “Qué se levante sobre Venezuela, el sol de la Divina Eucaristía, que se levante este sol amado de las almas, para nunca más ocultarse en el horizonte de nuestra patria.” Amen  
 El día propio del homenaje, el Dom. 02 de Julio de 1899, por la mañana, los templos capitalinos “se llenaron con un concurso extraordinario, hombres y mujeres, para recibir la Santa Comunión. Ese espectáculo era sobremanera conmovedor; la distribución del Divino Pan se prolongó en las iglesias por largas horas, superando estas comuniones, en mucho, a las del Jueves Santo, que es el día en que se acercan mayor número de fieles a la mesa eucarística. estas comuniones fueron como el meollo de la solemnidad, la consagración efectiva, íntima, perfecta, de las almas y de los corazones, en el misterioso banquete, (…)

A las 9:am fue la gran fiesta de la Catedral: En ella dejó oír palabra piadosa y elocuente el Señor Magistral, Doctor Francisco J. Delgado, mostrando las grandezas de la Divina Eucaristía, y el valor infinito de esta Limosna hecha por la magnificencia de Dios a la pobreza del hombre. La Divina Hostia apareció radiante a la vista del pueblo cristiano en medio de flores y de luces artísticamente dispuestas; una escogida orquesta, dirigida por el hábil profesor George León, llenaba el sagrado recinto con las armonías religiosas, y el pueblo fiel, en apiñada multitud, asistía reverente al Sacrosanto Sacrificio. A la 1:p.m.

Comenzó la Consagración de la ciudad por el orden de sus parroquias. Los venerables Párrocos conducían a los fieles y leían con ellos  y en nombre de ellos el Acto de la Consagración. La Santa Iglesia metropolitana resonó durante todo el día con la voz de la súplica y de la alabanza, con hermosas composiciones ejecutadas por la orquesta, con el canto y la plegaria de los sacerdotes y con el regocijo místico que todo esto llevaba al espíritu, y hacía que se exhalaran ante el Señor en inmensa gratitud. A las 5:p.m. fue la procesión.

Antes de ella, el Ilustrísimo Señor Arzobispo Mons. Críspulo Uzcateguí, revestido con los sagrados ornamentos, el Venerable cabildo Metropolitano, y todo el Clero de la ciudad, se arrodillaron en el Presbiterio ante la Sagrada Hostia, y nuestro Dignísimo Prelado leyó por sí y en nombre de todos el Acto de la Consagración. En seguida salió la procesión. Se cantó el Te-Deum de acción de gracias, y se dio la bendición, con que quedaron sellados los actos para siempre memorables de tan dichoso día. En la noche, la iluminación fue aún mayor que la precedente, y las calles de la ciudad eran paseadas por numerosas familias, que se gozaban con inocente alegría en las variedades que aquélla ofrecía en todas las avenidas de la capital.

El Señor Presidente de la República Gral. Ignacio Andrade, consecuente con su fe católica manifestó sus simpatías por la festividad, haciendo iluminar y adornar la Plaza Bolívar y los balcones de la Casa Amarilla, y disponiendo una retreta la víspera, en la misma plaza”.  (Mons. Juan Bautista Castro, Diario “La Religión”  06/07/1899)

Durante las llamadas “Conferencias episcopales”, celebradas en Caracas en los meses de mayo a julio de 1904, los Obispos venezolanos acordaron, que, en recuerdo del 2 de julio de 1899, se cantara anualmente en todos los templos de la República, el Domingo segundo de julio, la Misa Votiva del Santísimo Sacramento. [Mons. Baltazar Porras Cardozo (editor) C.E.V Tomo II  Decretos y Reglamentos 1899-1984] Con el tiempo se hizo costumbre el renovar en estas Misas el Acto de la Consagración  de la República de Venezuela al Santísimo Sacramento.

Sin duda, el Pbro. Dr. Juan Bautista Castro fue el principal promotor de esta Consagración. Años después, ya Arzobispo de Caracas y Venezuela, se referiría a ella con particular orgullo: “Somos la primera nación que se ha puesto, por un voto de amor, a la sombra refrigerante de la Divina Hostia, estrechando con ella vínculos de piadosa ternura y de viva y generosa fe. Esta consagración va produciendo en nuestra Patria esos efectos, lentos pero sólidos, con que Dios caracteriza las obras que inspira: El Santísimo sacramento, más conocido, más amado y mejor servido en nuestras parroquias, las levantará de su postración y las devolverá junto con los dones del espíritu, los recursos y bienes temporales que también se han perdido en el naufragio de nuestras virtudes. [Mons. Juan Bautista Castro, Carta Pastoral anunciando el Año Jubilar del Santísimo Sacramento 17/09/1906]               


ACTO DE CONSAGRACIÓN A LA REPÚBLICA DE VENEZUELA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO:

Soberano Señor del Universo y Redentor del Mundo, clementísimo Jesús, que por un prodigio inenarrable de tu Caridad, te haz quedado con nosotros en este Sacramento, hasta el fin de los siglos, aquí venimos a tus pies a proclamarte solemnemente y a la faz del Cielo y de la Tierra, nuestro único Rey y dominador Santísimo, a quien consagramos todos nuestros afectos y servicios, y en quien ponemos todas nuestras esperanzas, tú eres nuestro Dios y no tendremos  otro alguno delante de ti; en tus manos ponemos nuestra suerte y con ella los destinos de Nuestra Patria, mucho te hemos ofendido, y como el hijo pródigo hemos disipado en los desórdenes, tu herencia: perdónanos que ya volvemos con Espíritu contrito a tu casa y a tus brazos, recíbenos Salvador nuestro, y concédenos que venga a nosotros tu Reino Eucarístico, levanta  bien alto tu Trono en Nuestra República, a fin de que en ella, te veas glorificado por singular manera, y sea honra nuestra de distinción inapreciable, el llamarnos “La República del Santísimo Sacramento”, te entregamos cuanto somos, y cuanto tenemos, cubre nuestra ofrenda con tu mirada paternal, y hazla aceptable y valiosa en tu Divina Presencia. Otra vez te pedimos que nos recibas, que no nos deseches, y que este acto de nuestro amor y de nuestra gratitud, sea repetido, cada vez con mayor fervor, de generación en generación, mientras Venezuela exista, para que jamás la apartes de tu Sagrado Corazón, que así sea para nuestra vida del tiempo y después… por los siglos de los siglos. Amén.


ORACIÓN PARA PEDIR LA CAUSA DE BEATIFICACIÓN DEL ARZOBISPO JUAN BAUTISTA CASTRO

Dios Padre bueno: confiamos en tu amor misericordioso, oye nuestra suplica te rogamos humildemente que, para bien de la fe católica, la iglesia glorifique en los altares al Arzobispo Juan Bautista Castro, fundador de la Siervas del Santísimo Sacramento, como defensor de la verdad revelada, apóstol de la Eucaristía, pionero de la prensa, celoso misionero y devoto ferviente de María Inmaculada.
Por su intersección, remedia nuestra necesidad (se hace la petición). Te damos gracias repitiendo con fe: Bendito y Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar. Sea por siempre bendito y alabado.  Amén

Fuente: Tomado del Diario la Religión Julio 1899


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