CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

Esta fiesta se comenzó a celebrar en Lieja en 1246, siendo extendida a toda la Iglesia occidental por el Papa Urbano IV en 1264, teniendo como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.  Presencia permanente y substancial más allá de la celebración de la Misa y que es digna de ser adorada en la exposición solemne y en las procesiones con el Santísimo Sacramento que entonces comenzaron a celebrarse y que han llegado a ser verdaderos monumentos de la piedad católica.  Ocurre, como en la solemnidad de la Trinidad, que lo que se celebra todos los días tiene una ocasión exclusiva para profundizar en lo que se hace con otros motivos.  Este es el día de la eucaristía en sí misma, ocasión para crecer y adorar, pero también para conocer mejor la riqueza de este misterio a partir de las oraciones y de los textos bíblicos distribuidos en los tres ciclos de lecturas.  En es año A se trata del sacramento del pan, prefigurado en el maná del desierto, alimento providencial para el camino; pan eucarístico único sobre todos los altares, que nos hace formar un solo cuerpo en Cristo; pan que es presentado por Cristo en el Evangelio como su misma carne para la vida del mundo.  En el ciclo B se confiesa el valor redentor de la sangre de Cristo, sangre de la nueva alianza que supera y hace ya inútil la sangre de los sacrificios que sellaron la antigua alianza en tiempos de Moisés; la Carta a los Hebreos expone definitivamente la fe cristiana en el sacrificio expiatorio y libertador de Cristo, sacerdote y víctima eternos por medio de su propia sangre.  En el año C prevalece la idea de la eucaristía como banquete mesiánico y de acción de gracias, memorial de la muerte de Cristo por su propia institución en la Ultima Cena, compartiendo el pan y el vino que ya fueron designados como sacrificio incruento por medio de Melquisedec en el A.T; banquete que Cristo preside y distribuye por medio de los apóstoles y sus sucesores en la actualidad, como lo anunció de forma concreta en la multiplicación de los panes. 

LA PRESENCIA DE CRISTO POR EL PODER DE SU PALABRA Y DEL ESPÍRITU SANTO
"Cristo que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros" (Rm.08,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en su palabra, en la oración de su Iglesia, "Allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre" (Mt.18,20), en los pobres, los enfermos, los presos, en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro.  Pero, "Sobre todo (está presente), bajo las especies Eucarísticas". 

El modo de presencia de Cristo bajo las especies Eucarísticas es singular.  Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "Como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos".  En el santísimo sacramento de la eucaristía están "Contenidos verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero".  "Esta presencia se denomina real, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen reales, sino por excelencia, por que es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre se hace totalmente presente".

Mediante la conversión del pan y del vino en su cuerpo y en su sangre, Cristo se hace presente en este sacramento.  Los padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en el eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión.  Así, san Juan Crisóstomo declara que: no es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en cuerpo y sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros.  El Sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios.  Esto es mi cuerpo, dice.  Esta palabra transforma las cosas ofrecidas.
Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión: estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza a producido, sino lo que la bendición ha consagrado, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada… la palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿No podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiárselas.

El concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el santo concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación".

La presencia Eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada  una  de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo.

El culto de la Eucaristía.  En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. "La iglesia católica ha dado y continua dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la eucaristía no solamente durante la misa, sino fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión".  

El Sagrario (Tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa.  Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la iglesia tomó conciencia del sentido de la oración silenciosa del Señor presente bajo las especies Eucarísticas.  Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento.

Es realmente conveniente que Cristo haya querido quedarse presente para su iglesia en esta manera tan singular.  Puesto que Cristo iba a alejarse de los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por nuestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado "Hasta el fin" (Jn.13,1), hasta el don de su vida.  En efecto, en su presencia Eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros.

"QUE BAJO ESTAS SAGRADAS ESPECIES TE OCULTAS VERDADERAMENTE: A TI MI CORAZÓN TOTALMENTE SE SOMETE, PUES AL CONTEMPLARTE SE SIENTE DESFALLECER POR COMPLETO.  LA VISTA, EL TACTO, EL GUSTO, SON AQUÍ FALACES, SÓLO CON EL OÍDO SE LLEGA A TENER FE SEGURA ; CREO TODO LO QUE HA DICHO EL HIJO DE DIOS: NADA MÁS VERDADERO QUE ESTA PALABRA DE VERDAD"                        

Citas bíblicas:
Tiene en el NT diferentes sentidos:
Cuerpo individual y físico de Cristo, que es verdadero cuerpo humano (Jn 1,14; 4,6-7; Rom 1,3; 9,5; Heb 2,11-17; 1 Jn 4,2; 2 Jn 7) que sometido al sufrimiento y a la muerte nos reconcilia con el Padre (Mt. 26,12; 27,27-60; Jn 19,28-40; Col 1,22; 1 Cor 5,7; Heb 10,5-10; 1 Pe 2,24), que es finalmente glorificado (Lc 24,39; Jn 20,19-27; 1 Cor 15,44; Fil 3,21).

Cuerpo de Cristo presente en la eucaristía (Mt 26,26 par; 1 Cor 11,24-29; ver Jn 6,53-58).

Cuerpo total o místico de Cristo, constituido por todos los creyentes, que por el bautismo (1 Cor  12,12-13) quedan injertados en Cristo cabeza (Rom 8,29; 1 Cor 10,16-17; 12,27; Ef 1,4-11). En esta tercera acepción el cuerpo de Cristo, sobre todo con la terminología de san Pablo, se identifica con la Iglesia (Ef 1,22-23; 2,16; 5,23-27.32; Col 1,18.24; 2,19).

 "TU ERES PEDRO Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARE MI IGLESIA..."(Mt. 16, 13:20)


¿Conoces tú a la Iglesia Católica?

Actualmente, muchos católicos abandonan su Iglesia por que no la conocen. Tenemos un tesoro de 2,000 años que aún permanece escondido para la gran mayoría de los católicos.

1.) ¿Quién fundó la Iglesia?

En el Evangelio de San Mateo 16 : 13-20 Jesús declara: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia." Jesús fundó asíuna Iglesia. El no quiso un grupo de creyentes subsistiendo aislados o como ovejas sin Pastor.

2.) ¿A quién le habló Jesús en Mateo 16 : 13-20?

Jesús se dirigió a Simón Bar Jonás, uno de los que formarían parte de Sus doce apóstoles y Jesús le cambia el nombre por el de Pedro.

3.) ¿Qué quiere decir Pedro?

El nombre de Pedro no aparece en ningún escrito de la antiguedad, hasta que Jesús se lo da a Simón. Pedro es un nombre propio que tomó de la palabra "Petras" que quiere decir "Roca" en griego. Existen en este idioma 7 palabras para definir piedra; cuando se aplica a Jesús se utiliza "Acroniagos" que quiere decir "Piedra Angular" y  Pedro significa "Roca Firme".

4.) ¿Por qué cambia Jesús el nombre a un solo apóstol?

Pedro es la única persona del Nuevo Testamento que recibe un nuevo nombre de parte de Jesús. En el Antiguo Testamento, cuando Dios va hacer un pacto con un hombre, le cambia de nombre y le da uno de acuerdo con la misión que va a realizar; como ejemplo tenemos a Abram, cuyo nombre fue cambiado por Abrahám que quiere decir "Padre de muchedumbres", ésa sería su misión, ser el padre en la fe de millones de hombres (cf. Gen 17: 4-8).

Tenemos también a Jacob, cuyo nombre fue cambiado por el de Israel que quiere decir "Fuerza de Dios".

5.) ¿Por qué a Simón?

Jesús reconoce en Simón, la fe sólida en la cual debía fundarse la Iglesia y por esa razón le asigna la misión de ser la roca firme sobre la cual se sostiene aún después de 2,000 años . A partir de la misión recibida, Simón pasa a ocupar el primer lugar entre los apóstoles (cf. Mc 3 : 16-19; Lc 6: 14-16). En Lucas 22: 31-32, Jesús esclarece la misión de Pedro de confirmar en la fe a los demás apóstoles y apacentar al pueblo de Dios (cf. Jn 21: 15-19), como continuación del trabajo del Buen Pastor.

6.) ¿Al morir Pedro, dejó de existir con él esta misión?

De ningún modo, en Mateo 16 : 19, Jesús promete dar las llaves. ¿Qué llaves? El profeta Isaías nos da la respuesta en Is 22 : 22.  Las llaves indican sucesión cuando se habla del hecho relatado en Isaías. David había muerto siglos antes, sin embargo las llaves que simbolizaban el Poder de Administrar siguieron transmitiéndose por generaciones. Jesús es el heredero del Reino de David (cf. Lc 1 : 32-33) y El transfiere el poder de administrar la Iglesia - Su Reino - a Pedro y a los sucesores de éste.

7.) ¿Si la palabra "Papa" no aparece en la Biblia, por qué la usan?

La palabra "Papa" quiere decir en italiano Padre y por esa razón se le ha llamado así al Obispo de Roma. En la Iglesia, sólo existen tres ministerios: Diácono, Presbítero y Obispo. El Papa es Obispo de la Ciudad de Roma, donde nuestra Iglesia Católica tiene su sede principal y donde habita el sucesor de Pedro, a quién deben estar sujetas todas las demás iglesias, permaneciéndo así bajo la autoridad y en comunión con el Obispo de Roma, ya que Dios es un Dios de orden.

8.) ¿Por qué en Roma, si la Biblia no menciona que Pedro haya estado allá?

La Biblia tampoco menciona que Pablo haya muerto, esto no quiere decir que aún esté vivo. El libro de los Hechos de los Apóstoles fue escrito por Lucas, seguidor de Pablo, el cual - por la forma en que termina - pareciera que no fué concluido. Todo historiador serio sabe por pruebas arqueológicas que Pedro sí estuvo en Roma donde también murió; su sucesor ‎fue Lino y a éste le siguió Anacleto y así sucesivamente hasta el actual Papa Francisco. En la carta del sucesor de Pedro, Clemente I, a los Corintios - que pertenece a los escritos de los de los Padres de la Iglesia - se hace mención del martirio de Pedro en dicha ciudad. La carta fue escrita en el año 96 D.C.

El libro Historia de la Iglesia de Kenneth Scott Laturell (edición de la Casa Bautista de Publicaciones, pág. 162) dice: " Aunque no fue fundada por el uno ni por el otro, la iglesia de Roma gozaba del prestigio de la visita de Pablo y de Pedro lo que parece información digna de crédito".Declara igualmente que Roma fue el escenario del martirio tanto del miembro más prominente de los doce apóstoles originales como del principal misionero de la Iglesia primitiva. La Nueva Enciclopedia Americana dice: " Cuando Pedro dejó Jerusalém, se fue por un tiempo a Antioquia y después a Roma, donde fue jefe de la Iglesia ".

9.) Pero la Iglesia Católica la fundó Constantino en el Siglo IV 

Esto es totalmente falso. Con el Edicto de Milán, Constantino terminó con la persecución y matanza de los cristianos, lo cual fue positivo. Al mismo tiempo, le concedió igual trato que a los cultos no cristianos, pero nada especial. A raíz de este edicto, la Iglesia cristiana que vivía en las catacumbas salió a la luz y fue a esta misma a la que más tarde se llamó Católica, que en griego significa "Universal". ¿Por qué fue la Iglesia Católica le beneficiada? Por la sencilla razón de que no existía otra, las demás surgieron de la Católica después del siglo XV.

10.) Algunas personas afirman que el Papa es el Anticristo. ¿Es cierto esto?

La palabra anticristo significa negar a Cristo. A lo largo de todo su pontificado, El Papa ha recorrido el mundo predicando a Cristo como la única salvación para el hombre. Si el Papa fuera el anticristo, el Señor habría fallado al haberle dicho a Perdo: " Las fuerzas del infierno no prevalecerán sobre ella ". Se estaba refiriendo a la Iglesia (cf. Mt 16:18).

NOVENA AL ESPÍRITU SANTO



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ROSARIO AL ESPÍRITU SANTO

CONOCE AL ESPÍRITU SANTO
En el Espíritu Santo nos encontramos con el misterio más profundo de la vida trinitaria, de la misma forma que nos topamos con lo secreto del hombre cuando conocemos su espíritu y su alma.  

No tiene nada de extraño que se haya calificado al Espíritu Santo tantas veces como el Gran Desconocido. El Espíritu Santo se encuentra presente constantemente en el Nuevo Testamento.

  La enseñanza cristiana sobre Dios es a la vez cristocéntrica y trinitaria: es en el misterio de Cristo como se nos ha revelado el Padre en cuanto Padre, y es también Cristo quien nos revela al Espíritu Santo; al mismo tiempo es el Espíritu Santo el que nos da a conocer el misterio de Cristo y el misterio de Dios.

El Espíritu de Yahvé en el Antiguo Testamento En Gen 1,2 se menciona el espíritu de Yahvé —el ruah Yahwéh— como fuerza creadora y suscitadora de vida.

Dios actúa por su espíritu tanto en la vida física como en la religiosa. El significado primero de espíritu es el de viento.

Se le considera una fuerza que se atribuye al Creador y Conservador de la vida.

De aquí se pasa a la consideración del espíritu de Yahvé como algo personal de Dios, algo de sí mismo que Dios da como don a los hombres, uniéndolos especialmente consigo.

El espíritu de Yahvé es el que santifica a los hombres, el que les da sabiduría y conocimiento.

Algunos reciben el ruah Yahwéh como una especie de espíritu permanente (José, Moisés, Josué, David; el Mesías estará lleno de ese espíritu).  Según las profecías, el Mesías es portador del Espíritu en toda plenitud.

El Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo es en la revelación de esta misión donde se reflejan quizás con más precisión las características personales del Espíritu Santo. 

Es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre.

El envío de la Persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad.

El envío se atribuye al Padre: El Paráclito, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas (Jn 14,26).

Y al Hijo: Cuando viniere el Paráclito, que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de Verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mi (Jn 15,26-27).

Les conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Paráclito no vendrá a ustedes; mas si me fuere lo enviaré.  Y cuando Él viniere... (Jn 16,7-8).  Es el Hijo el que envía al Espíritu, que aparece aquí descrito con todos los rasgos propios de una persona.  A pesar de que pneuma es neutro, se habla de Él en masculino.

El envío del Espíritu por parte del Padre y por parte del Hijo apunta a la verdad de que el Espíritu no procede solo el Padre, sino del Padre y del Hijo.

La misión conjunta del Hijo y del Espíritu: La salvación de los hombres tiene lugar por la incorporación a Cristo por medio del Espíritu.  Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su aliento: misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son distintos pero inseparables.  Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible de Dios invisible, pero es el Espíritu Santo quien lo revela.  

Jesús es Cristo, ungido, porque el Espíritu es su Unción.  Cuando por fin Cristo es glorificado, puede, a su vez, de junto al Padre, enviar el Espíritu a los que creen en Él: Él les comunica su gloria.  La misión conjunta se desplegará desde entonces en los hijos adoptados por el Padre en el Cuerpo de su Hijo.

La suprema y completa autorrevelación de Dios, que se ha realizado en Cristo, atestiguada por la predicación de los Apóstoles, sigue manifestándose en la Iglesia mediante la misión del Paráclito invisible, el Espíritu de la verdad.  Jesús continúa presente en la Iglesia precisamente por medio del Espíritu.

En la Sagrada Escritura, al Espíritu Santo se le designa como: Espíritu del Padre o que procede del Padre (Mt 10,20; Jn 15,26-27); Espíritu del Hijo (Gal 4,6); Espíritu de Cristo (Rom 8,11); Espíritu del Señor (2 Cor 3,17); Espíritu de Dios (Rom 8,9.14; 15,19; 1 Cor 6,11; 7,40); Espíritu Santo (su nombre propio).

El Espíritu de Dios como fuerza carismática:
Los Evangelios describen la vida de Jesús como la de aquel que se mueve a impulsos del Espíritu de Dios:

Jesús bautizará en el Espíritu de Dios (Mt 3,11); la concepción virginal de Jesús es obra del Espíritu Santo (Lc 1,35).

En estos textos se tiene como trasfondo teológico cuanto se dice en el Antiguo Testamento en torno a la acción creadora y vivificadora del Espíritu de Dios.

Jesús nacerá como obra maestra de la intervención carismática de Dios.  En el bautismo el Espíritu se manifiesta descendiendo sobre Jesús, tomando posesión de Él para su manifestación mesiánica.

Jesús se nos muestra como aquel que es siempre conducido por el Espíritu de Dios (Lc 4,1; Mt 1,12; 4,1). Jesús se aplica a sí mismo la presencia del Espíritu al aplicarse el texto de Is 61,1-2: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres... (Lc 4,18-30).

La predicación de Jesús recibe su fuerza de la unción del Espírit:.
Jesús dice que actúa con el poder del Espíritu (Mt 12,28).
La resurrección de Jesús es obra del Padre por medio del Espíritu Santo (Rom 8,11).
La santificación operada por el Espíritu.

Ya durante la vida terrena del Señor, los personajes más conectados a su misión mesiánica reciben el Espíritu de forma especial.  Por ejemplo:
el Bautista (Lc 1,15); Zacarías (Lc 1,67); Simeón (Lc 2,25); Isabel (Lc 1,41); Santa María (Lc 1,46-54).

Al abandonar este mundo, Jesús envía su Espíritu sobre los Apóstoles, que ahora han de continuar su obra (Jn 20,22).  El poder del Espíritu Santo se manifiesta frecuentemente en la actuación apostólica (por ejemplo, Act 11,15-16).  Podríamos definir la historia de la primitiva Iglesia como la epopeya del Espíritu Santo, ya que la manifestación carismática acompaña al nacimiento de las Iglesias locales.

Los cristianos son llamados templos del Espíritu Santo (1 Cor 3,16-17).  Los bautizados son regenerados por la renovación del Espíritu Santo que abundantemente derramó sobre nosotros Jesucristo (Tit 3-4).

Personalidad del Espíritu Santo
El Espíritu aparece como fuerza santificadora de María (Lc 1,35).
Aparece inaugurando el ministerio público de Jesús en el bautismo (Mc 1,9-11).
Le acompaña constantemente durante este ministerio hasta el punto de que contradecir a la obra de Cristo sea blasfemar contra el Espíritu (Lc 12,10).

Es descrito en Hechos como Aquel que santifica a la Iglesia y a los fieles (p.e., Act 1,8; 2,14).
Se encuentra una fuerte insinuación de la personalidad del Espíritu Santo en aquellos pasajes en que se habla de las acciones del Espíritu: se dice que mora en los discípulos (Jn 14,17); que estará con ellos (Jn 14,17); que viene (Jn 16,7-13); que recibe lo que es de Jesús (Jn 16,14); que procede del Padre (Jn 15,26); que oye (Jn 16,13); que enseña (Jn 14,26); que hace conocer (Jn 16,13); que revela (Jn 16,13); que glorifica a Jesús (Jn 16,14); que guía hasta la verdad plena (Jn 16,13); que da testimonio (Jn 15,26); que convence de pecado (Jn 16,8); que es dado (Jn 14,16); que es enviado (Jn 14,26; 15,26; 16,7); que intercede por nosotros ante Dios (Rom 8,26); que da testimonio a nuestro espíritu (Rom 8,16); que distribuye los carismas como le place (1 Cor 12,11); que habla en los escritos del AT (Heb 3,7; 1 Pe 1,11; 2 Pe 1,21); entre otros.


Se trata de un lenguaje y de unas expresiones fuertemente personalizantes que, junto con la profesión de fe trinitaria que se realiza en el Bautismo (Mt 28,19), fue llevando a la Iglesia durante los primeros siglos a una compresión cada vez más nítida de la personalidad del Espíritu Santo.

ROSARIO AL ESPÍRITU SANTO

Dictado por Ntra. Madre de la Divina Misericordia el  24/03/1993

 Este Rosario consta de cinco Misterios de 10 cuentas cada uno.   

Comencemos: En el nombre del padre... 
   
Lector: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y todo será creado.

Todos: Y renovarás la faz de la tierra.
            Oración:

 Lector: Oh Dios, que aleccionaste los corazones de tus fieles con la ciencia del Espíritu Santo, haz que guiados por éste mismo Espíritu, saboreemos la dulzura del bien y gocemos siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Así sea.

Lector: Señor, abre mis labios.

Todos: Y mi boca anunciará tus alabanzas.

Lector: ¡Oh Dios! Ven en mi ayuda.

Todos: Señor, apresúrate  a socorrernos.

Lector: Gloria al Padre, gloria al Hijo, y gloria al Espíritu Santo.

Todos: Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

1.- El Espíritu Santo, obra en María la Virgen.
El Evangelio de San Lucas nos dice: (1,26-28; 35;38.)
      Al sexto mes, fue enviado por Dios el Ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una  virgen desposada con  un  hombre llamado José, de la casa de David, el nombre de la virgen  era María. Y entrando le dijo: ”Alégrate, llena de gracia, el Señor está  contigo”. Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo  te cubrirá  con su sombra; por eso el que ha de nacer será Santo y será llamado hijo de Dios.
     Dijo María;  ”He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Palabra del Señor...

un Padrenuestro, 
y 10 veces la jaculatoria:

Lector: Ven Espíritu Santo.
Todos: Y enciende en tus fieles, el fuego de tu amor.
Después se reza un gloria y la siguiente invocación:

Al final de las 10 jaculatoria diremos: 
Lector: ¡Oh María! Madre de la Divina Misericordia¡.
Todos: Ruega por nosotros  que recurrimos a Ti.


2.- El Espíritu Santo, desciende sobre el Profeta Juan Bautista.
 El Evangelio de San Lucas nos dice: (1,11-  13; 15-17)
  Se le apareció el  ángel del Señor, de pié a la derecha del Altar del incienso. Al verle Zacarías se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo:  No temas Zacarías que  tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan,  será grande  ante el Señor, no beberá vino ni licor estará lleno del Espíritu  Santo ya desde el seno de su Madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de él   con el Espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. Palabra del Señor...  

un Padrenuestro, 
y 10 veces la jaculatoria:

Lector: Ven Espíritu Santo.
Todos: Y enciende en tus fieles, el fuego de tu amor.
Después se reza un gloria y la siguiente invocación:

Al final de las 10 jaculatoria diremos: 
Lector: ¡Oh María! Madre de la Divina Misericordia¡.
Todos: Ruega por nosotros  que recurrimos a Ti.

3.- El Espíritu Santo,  desciende sobre los Apóstoles.
Los Hechos de los Apóstoles nos dice:  (2,1-6)
     Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar, de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban, se les aparecieron unas lenguas como de fuego, que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos que allí residían, reunidos de todas las naciones, que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó, y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno con su propia lengua. Palabra de Dios.

un Padrenuestro, 
y 10 veces la jaculatoria:

Lector: Ven Espíritu Santo.
Todos: Y enciende en tus fieles, el fuego de tu amor.
Después se reza un gloria y la siguiente invocación:

Al final de las 10 jaculatoria diremos: 
Lector: ¡Oh María! Madre de la Divina Misericordia¡.
Todos: Ruega por nosotros  que recurrimos a Ti.

4.- El Espíritu Santo desciende sobre el Mundo.
Los Hechos de los Apóstoles nos dice: (2,14; 17-19; 38-39)
     Entonces Pedro, presentándose con los once, levantó su voz y les dijo: sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos verán sueños. Y yo sobre  mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra.
     Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de nuestros pecados; y recibiréis el dos del Espíritu Santo;  pues la promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y  para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios Nuestro. Palabra de Dios...

un Padrenuestro, 
y 10 veces la jaculatoria:

Lector: Ven Espíritu Santo.
Todos: Y enciende en tus fieles, el fuego de tu amor.
Después se reza un gloria y la siguiente invocación:

Al final de las 10 jaculatoria diremos: 
Lector: ¡Oh María! Madre de la Divina Misericordia¡.
Todos: Ruega por nosotros  que recurrimos a Ti.


5.- El Espíritu Santo, vive en nuestros corazones.
El Libro de los Romanos nos dice: (8,9-11;15-17)
     Más vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece más si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el Espíritu os es,  vida a causa de la justicia. Y así el Espíritu de aquél que resucitó a Jesús  de entre los muertos, dará también la vida a vuestros cuerpos mortales, por su Espíritu que habita en vosotros.
     Pues no recibisteis un Espíritu de esclavos  para recaer en el temor; antes bien recibisteis un Espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá!, El Espíritu mismo se une a nuestro Espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios y, si hijos, también herederos de Dios  y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados. Palabra de Dios...
  
Al terminar los cinco Misterios 
se reza un Ave María, 
un Padre Nuestro, por el aumento de nuestra Fe, 
Tres Glorias, en alabanza a la Santísima Trinidad, 
y un Padre Nuestro, por el Papa y sus necesidades.


 
     Para culminar el Rosario se dice:
Lector: Gloria y alabanzas al Señor.

Todos: Por los siglos de los siglos,  Amén.