Día 04 de la Novena “La Esperanza, alivio del que confía”


En el nombre del Padre y del Hijo…
Oración De Arrepentimiento: En honor al Corazón Inmaculado de la Madre de la Divina Misericordia, imploramos: piedad Señor, piedad de los inocentes, Rey de Reyes, Señor de Señores, postrados a tus plantas te alabamos.  Loado eres Misericordia Divina, mira nuestra Fe y disposición en interceder  por los hermanos. Perdónanos te imploramos, sálvanos, libéranos, protégenos, báñanos con la Sangre y el Agua de tu costado, todo te lo entregamos. Amén.

Decir 07 veces:
V/. Porque te amo, vivo. Porque me amas, existo. Porque te amo, creo. Porque me amas, venzo. Porque te amo, confío. Porque me amas, tengo.
R/. Porque te amo,  camino. Porque me amas, eres sendero. Porque te amo, río. Porque me amas, me abrazas. Porque te amo, solo tuyo soy y seré. Porque me amas, tomas esta mi canción.

Propiedades de la Esperanza:
*Sobrenatural: Por su objeto, por su motivo, por su origen.
«Cuando Dios se revela y llama al hombre, éste no puede responder plenamente al amor divino por sus propias fuerzas. Debe esperar que Dios le dé la capacidad de devolverle el amor y de obrar conforme a los mandamientos de la caridad. La esperanza es la espera confiada de la bendición divina y de la visión bienaventurada de Dios; es también el temor de ofender al amor de Dios y de provocar el castigo.»
*Firme y segura: pero no es cierta; el concepto de certeza corresponde al entendimiento, por lo que es propio de la fe. El motivo de seguridad y firmeza está en la omnipotencia de Dios, no en las propias fuerzas.
«La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme, “que penetra...a donde entró por nosotros como precursor Jesús” (Hb 6,19-20). Es también un arma que nos protege en el combate de la salvación: “Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación” (1 Ts 5,8).»
*Viva y eficaz: en esto es análoga a la fe; si es lo suficientemente grande, puede ser omnipotente; se participa del poder de Dios, a través de la esperanza.
Perseverante y paciente: la esperanza nos hace esperar (1 Pe 3,8-9).
 «En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, “perseverar hasta el fin” (cf. Mt 10,22; cf. Cc de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que “todos los hombres se salven” (1 Tm 2,4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo.»
Humilde: Significa dar el no a nuestras propias fuerzas y dar el sí a Dios; en la medida en que en el camino hacia Dios me apoyo en algo mío, le quito apoyo a Dios, que es en quien único puedo apoyarme; el apoyo en Dios es el que da las fuerzas, no el apoyo en uno mismo.
1 Cor 1,27: “Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte.”
2 Cor 12,10: “Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte.”
Alegre y optimista: La esperanza es como una participación de lo que esperamos y por tanto da alegría, alegría que a su vez da optimismo porque tiene todos los medios en la fuerza de Dios.
Rom 12,12: “…con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración…”
Rom 15,13: “El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del  Espíritu Santo.”

Oración Final: Divino Espíritu Santo, que nos vivifica y  nos santifica en el amor del Padre y del Hijo, bendice y aviva el fuego de tu amor Divino en las almas de tus soldados de ALCEMTRAR. Para que sean fieles e invencibles en la lucha, contra el poder de las tinieblas, por el reino de Jesucristo, que es amor y misericordia; brille con toda su fuerza y resplandor en su santa iglesia y el mundo entero.
Recibe nuestras vidas, nuestro  trabajo, sufrimiento y dolores, como una ofrenda agradable a tus ojos; que nuestros corazones ardan como hornos ardientes de amor por ti y para ti. Nos dirigimos a ti, Madre Santísima María y siempre Virgen, que eres Madre de amor y Misericordia, alcánzanos del Señor fuente y manantial inagotable de la Divina Misericordia, las gracias necesarias de la entrega y de la fidelidad en los momentos más difíciles, para que nada ni nadie nos separe de tu Divino Hijo Jesús.
Santísima Madre haced, de nuestras vidas sagrarios vivientes de oración y adoración a la Santísima Trinidad en la Eucaristía, que seamos almas adoradoras  y reparadoras hoy y siempre. Amén

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